Y el mundo se me fue.
De repente.
Se me cayeron del brazo los esfuerzos.
Sólo buscaba la alegría, sólo el amor.
Se acabó.
Mis rezos y el 'piensa siempre positivo'se agotaron,
ya no puedo más.
Todo este tiempo luchando,
luchaba sola.
O tal vez no sola,
pero la mayor parte del tiempo fui yo.
Te extraño.
No sé por cuanto tiempo.
Te amo. Hoy que aun tengo los ojos vendados.
Por más que intentan quitarme esas vendas,
no los dejo.
No es el momento.
No quiero, porque no es mi momento.
Porque me gusta el rosa.
¿Por qué la traición?
¿Por qué te acostumbras?
¿Por qué no soy yo, esas ganas suficientes?
¿Por qué puedo parecerte desechable?
Puedo quejarme un día,
gritarte, llorar en la inmensidad de mi silencio.
Recordar tus pies sobre mi espalda.
Y puedo sonreírte,
amarte, olvidarme de la muerte a mi persona.
Recordar los detalles que pesaban más,
segun la debilidad emocional.
Pretender que no pasa nada.
En realidad, aun no quiero sacarte de mí.
La opresión en mi pecho ya pasó.
Pero tu sigues aquí.